09 Febrero 2013 20:17 Por Carmelo Mesa Lago*
Las reformas administrativas y no estructurales de Raúl Castro, que son menos complejas e importantes, han tenido efectos mayormente positivos: 1) fusión de varios ministerios y entidades estatales; 2) avance en detectar la corrupción y detener/encarcelar a cientos de funcionarios; 3) apertura a la crítica dentro de los parámetros socialistas con algunas facetas de glasnost; 4) acceso de los cubanos de ingreso medio-superior y alto a hoteles y restaurantes turísticos; 5) pago de adeudos por compras a través del acopio a campesinos privados (pero retorno reciente de dichos adeudos); 6) crecimiento del número de transportistas privados; 7) reducción a corto plazo del déficit de las pensiones financiado por el Estado (aunque sin resolver el desequilibrio a largo plazo); y 8) recorte de los gastos sociales.
Por falta de información no se pueden evaluar los resultados de la lucha contra la indisciplina laboral, ni las cuatro medidas para mejorar el salario. Por el contrario, las reformas estructurales, que son más complejas y cruciales, mayormente no han logrado un claro éxito hasta ahora, en buena parte debido a trabas y desincentivos (algunos suavizados por ajustes posteriores), pero también por fallas en el diseño y profundidad de los cambios.
Un lastre de cinco décadas
La “actualización del modelo económico”, con predominio de la planificación centralizada y la empresa estatal, tiene el lastre de 52 años de similares intentos fallidos y se proyecta que tomará cinco años. A pesar del usufructo y otras reformas en la agricultura, la producción cayó en 2010 y, aunque aumentó en 2011 en el sector no estatal, se ignora si fue por los usufructuarios o por campesinos no afiliados a cooperativas. Las metas de despidos en el sector estatal se incumplieron en 2011, mientras que la creación de empleos por cuenta propia y cooperativas fue notable pero insuficiente para ocupar a los proyectados cesantes. La autorización de la compraventa de viviendas y autos, así como la flexibilización de la migración son positivas aunque muy recientes para evaluar sus efectos plenos. La combinación de los despidos, la eliminación de gratuidades, la gradual reducción del racionamiento y los recortes en el gasto social han ido aparejados con una reducción drástica de la esencial asistencia social. Quedan pendientes la eliminación de la dualidad monetaria y del racionamiento que son las más difíciles. Hay preguntas clave sobre estos efectos, algunas de las cuales se intentan responder a continuación.
¿Por qué no fueron detectadas y corregidas las fallas de diseño de las reformas durante los largos y masivos debates en diversas instancias? Por ejemplo, por los 8.9 millones de cubanos que discutieron los Lineamientos en 163,000 reuniones con tres millones de intervenciones antes del VI Congreso del PCC, o por los mil delegados que participaron en el mismo. Tampoco se corrigieron en las reuniones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, del Comité Central del PCC y su Buró Político, de la CTC y de otras organizaciones de masas. Después del VI Congreso, y en vista de los deficientes resultados de las reformas estructurales, el Consejo de Ministros hizo ajustes en el usufructo y el trabajo por cuenta propia, y pasó las leyes de cooperativas de producción y servicios, así como la compraventa de viviendas y autos, y la migración, pero persisten problemas fundamentales. La Conferencia Nacional del PCC no expandió ni profundizó las reformas estructurales.
Se pide paciencia
¿Por qué no se avanza más rápido en las reformas estructurales? En 2010 Raúl pedía paciencia: “Algunos compañeros a veces se desesperan deseando cambios inmediatos” pero desconocen la magnitud y complejidad de la tarea, “debemos evitar que por apresuramiento o improvisación, tratando de solucionar un problema, causemos otro mayor”. Y añadió en 2011: “No importa que nos critiquen porque el ritmo es lento, no vamos a precipitarnos”. El economista Armando Chaguaceda observa que el Estado se arroga el derecho de decidir sobre la velocidad y profundidad de las reformas, “sin tener el ciudadano capacidad para controlar el proceso ni validar sus resultados”.
Las interrogantes anteriores pudieran explicarse por varias razones: una división en la cúpula directiva, contradicciones entre objetivos, la obstrucción de la burocracia, falta de recursos y dificultades externas, temor a efectos que debiliten al régimen, insuficiente conocimiento de aspectos técnicos de las reformas, ganar tiempo para prolongar el régimen hasta que se descubra petróleo en cantidad y calidad importantes o una combinación de estos factores. Ya han sido analizados la resistencia de la burocracia, la falta de recursos y divisas, y el embargo.
Raúl aseveró que “la dirigencia cubana está unida [aunque esto] no excluye las discrepancias honestas… la discusión de ideas diferentes, pero con los mismos propósitos”. Criticó la “falsa unanimidad basada en la simulación y el oportunismo”, la contradicción no es “antagónica” y hay que “aprender a colegiar las opiniones”. Sin embargo, este libro indica un disenso en la cúpula del poder y en los niveles intermedios, a más de que objetivos contradictorios obstruyen la eficacia de las reformas.
Compromiso ineficaz e insostenible
Por un lado se busca aumentar la producción para reducir las importaciones y expandir las exportaciones, así como eliminar el empleo estatal excedente, para ello se reconoce el papel creciente a jugar por el mercado y el sector privado. Por el otro lado, se pone énfasis en el plan central, el control, la empresa estatal y los fuertes impuestos al sector privado que obstaculizan su desarrollo. Al parecer unos dirigentes apoyan las reformas como única vía para mejorar el desempeño económico-social y salvar la revolución, mientras que otros se resisten a ellas por temor a desatar fuerzas que se escapen del control del régimen o porque la competencia privada amenace sus posiciones y privilegios. El resultado es un compromiso que en la práctica es ineficaz e insostenible.
Con el diseño y magnitud actual, las reformas podrían lograr mejoras modestas, pero mientras no se resuelva el disenso en la dirigencia para expandirlas y profundizarlas, y se derrote la obstrucción burocrática, no se conseguirá resolver los problemas económicos y sociales primordiales.
Varios escenarios alternativos se perfilan en el futuro. Una lucha en la dirigencia para impulsar las reformas o la continuación del status quo con el riesgo de una continuada erosión económico-social de imprevisibles consecuencias. El deceso de la vieja guardia y el proceso gradual de su remplazo y acceso al poder de la nueva generación tecnocrática podría facilitar la unidad y las reformas; el descubrimiento de petróleo daría más espacio para maniobrar, pero estos dos escenarios tomarían tiempo, el cual no le sobra a la dirigencia. La posible muerte de Hugo Chávez y su impacto nefasto en Cuba fueron reconocidos por Fidel Castro, quien negó que exista una lucha por el poder en Venezuela si Chávez no logra superar su enfermedad.
En conclusión, hay que avanzar con más firmeza, rapidez y profundidad en las reformas estructurales para incrementar la producción de bienes y provisión de servicios, expandir las exportaciones, substituir importaciones, lograr un crecimiento económico sostenido y mejorar el bienestar social del pueblo.
*Economista cubano, Profesor Emérito de la Universidad de Pittsburgh. Este texto forma parte de su libro Cuba en la Era de Raúl Castro: Reformas Económico-Sociales y sus efectos (Editorial Colibrí, 2012), que será presentado en Miami. La presentación será el martes 12 de febrero en el Wolfson Campus del Miami Dade College, Room 7128, a las 9:30 a.m., y contará con una conferencia de Mesa Lago sobre el tema.
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