Cuentas Claras y el hip hop nacional
Il "perlomeno lo dico in musica" viaggia molto celermente in Cuba e'
questo e' gia qualcosa.
¿Contra el sistema dentro del sistema? Los raperos cubanos están ante una encrucijada.
El movimiento de hip hop en Cuba ha sufrido una vertiginosa pero segura carrera hacia su desarticulación. Ni siquiera se puede hablar de islas. Solo sobrevivientes.
La debacle empezó a principios de los 2000, cuando Rodolfo Rensoli dejó que las instituciones tomaran el mando de lo que debía ser por fuerza algo alternativo, underground.
Entre la Asociación Hermanos Saíz y el Instituto Cubano de la Música, más la dirección de Ariel Fernández, se inició el proceso que culminaría con la fundación de una Agencia Cubana de Rap que ha pasado por todas las etapas previsibles: del uso de mecanismos anquilosados a malversaciones, desvío de fondos y, finalmente, el silencio.
Con un catálogo que en nada se corresponde con el número de raperos que se sostienen en la calle, la Agencia (como cariñosamente le llaman algunos) no está concebida para la cultura hip hop y sus expresiones, sino que solamente se concentra en la música, dejando fuera el graffiti, el brake dance, el spoken word.
Es un detalle que refuerza la teoría de muchos. Que la Agencia fue una institución creada para contener una realidad que se desbordaba y, así, controlarla y aplacarla.
Quizás por eso Cuentas Claras prefirió que su disco, sin tribu & sin rey, lo produzca Garaje 19, y que sea presentado en la peña del Poeta Liriko, en La Madriguera.
Aún cuando el disco no sea tan radical y haya temas que son más bien "para gozar", mantiene el espíritu contestatario del hip hop.
Los invitados no se quedaron atrás. Soandry, de Hermanos de Causa, en el tema San Cristobal II sobre la Habana, los funcionarios oportunistas, y un coro que dice: "ave César, los que van a fingir te saludan". Este es el mismo Soandry que sostiene el trabajo con Matraka y que pese a los tropiezos burocráticos lleva adelante el evento Puños Arriba.
También estaba el Poeta Liriko, como Dj, con una estética diferente al tun tun pácata tradicional, junto a Ethian, que combina amor y problemas sociales.
Pero los raperos, en general, tienen un problema serio aquí. Reclaman sus derechos civiles y cuando llegan a los escenarios oportunos, se ponen a defender el sistema. Protestan, protestan y protestan, pero no se libran de la contradicción que es para muchos defender y odiar al Gobierno; reclamar derechos y estar a favor del mismo sistema que los avasalla.
Muchos se dicen cimarrones, pero le besan la mano al amo cada vez que pueden. Están a medio camino entre la ignorancia, la manipulación y la emancipación.
Aunque no es del todo su culpa. La gente tiende a hacer lo que ve. Y la inconsecuencia es herencia indiscutible de la revolución. Una enfermedad que afecta a otros músicos, como son los casos de la aparición de Los Aldeanos en Miami; el grupo Buena Fe, con su coqueteo constante; y el reciente show de Robertico Carcasses en la Tribuna Abierta, con sus posteriores aclaraciones.
Y ojo. No se trata de poner en duda la autenticidad de un arte, el hip hop, y de unos artistas que han sobrevivido frente a conceptos de cultura estrechados por el racismo y la hipocresía. Han ayudado, con sus producciones, a formar un sector independiente en Cuba. El rap ha fluido a lo inevitable, a la fusión y el enriquecimiento de la cultura nacional. Pero ahora tiene un problema.
- 'No hay mal que dure 100 años ni pueblo que lo resista'.